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A la hora de preparar la mochila no hay una receta fija, depende de las edades, de la actividad, y por supuesto del margen que la configuración que esta nos permite, pero siempre hay que tener en cuenta tres normas básicas:
1- La mochila la prepara el que la va a llevar. Los padres solo se cerciorarán discretamente de que llevan todo y les aconsejan si ven que es necesario.
2- Las cosas que pueden necesitarse durante la jornada van arriba o en bolsillos donde se pueda acceder rápidamente a ellas.
3- Los elementos más pesados se llevarán equilibrados y lo más pegados posible a la espalda, pero evitando que nos golpeen sus aristas.
Aparte hay otras normas que nos van a ayudar y que es aconsejable tener siempre en cuenta:
- Haz una lista de lo que metes de forma que no te olvides nada a la vuelta.
- Pon en lugar visible o al menos accesible, el nombre y dirección. En actividades que envuelven a varios grupos marcar también el nombre del grupo.
- Es interesante marcar de hecho todas las cosas. La laca de uñas es lo mejor en el caso de la vajilla.
- Distribuye el contenido en bolsas más pequeñas: ropa limpia, ropa sucia, ropa de noche, cocina, aseo, herramientas, cuadernos...
- Evita los objetos de cristal o envolverlos en trapos. Lo mismo es aplicable a los objetos que hacen ruidos.
- Intenta no llevar nada colgando en el exterior
- Haz siempre la mochila de la misma forma, de tal manera que aprenderás donde está siempre cada cosa y podrás localizarla incluso en la noche y sin luz
Las dos imágenes siguientes son dos ejemplos bastante adecuados. La primera sería la mochila de un lobato y la segunda la mochila de un Scout. El contenido obviamente variará en función de la actividad.